Las bacterias y los virus son microrganismos que pueden provocar infecciones. Para verlas es preciso contar con un microscopio. Por lo mismo, también se les llama micro-organismos o microbios.
Las bacterias son a menudo malignas y son la causa de enfermedades como neumonía, meningitis bacteriana, infecciones a heridas, algunas formas de inflamaciones de garganta y oído. Pueden sobrevivir por si mismas en cualquier lugar, en el cuerpo humano, en el aire, en el agua, en el suelo… y pueden multiplicarse muy rápidamente.
Los virus son más pequeños que las bacterias. Necesitan otras células vivas y para poder multiplicarse, invaden una célula, se nutren de ella y finalmente la destruyen. Así el virus se distribuye rápidamente por el cuerpo debilitando nuestras defensas. Los virus provocan, resfríos, bronquitis aguda, gripe, inflamaciones de garganta y oído, sarampión, rubéola, hepatitis viral, sida, etc.
Un antibiótico es una sustancia química que elimina el crecimiento de las bacterias, evitan las infecciones y contribuyen a mejorar la salud e incluso salvar vidas. El problema es que, en su intento por eliminar las bacterias patógenas (las “malas”) también suelen destruir otro tipo de bacterias: las beneficiosas. Estas sustancias “buenas” previenen al cuerpo de infecciones y mantienen alejados a los hongos y virus.
Cuando los niños comienzan a tomar antibióticos para las infecciones de oído y otras afecciones típicas de la infancia, quedan atrapados en un círculo vicioso de enfermedades que reaparecen periódicamente. Una vez que se recuperan de una enfermedad, están listos para contraer otra. Cuando se vuelven a enfermar su sistema requiere antibióticos más y más fuertes que a la larga terminan con una enfermedad crónica en el transcurso de su vida.
Esto no quiere decir que los antibióticos no tengan un lugar en el proceso de curar. Lo tienen, pero deben utilizarse con moderación y precaución. Se deben tener en cuenta sus efectos secundarios y considerar sus consecuencias a largo plazo.
Los aceites esenciales que nos ofrece la Aromaterapia, que poseen una inteligencia natural, actúan de manera selectiva, eliminando las bacterias que producen la enfermedad y así, las bacterias buenas permanecen vivas para ayudar al cuerpo a su recuperación, evitando futuros contagios.
La gran ventaja de los aceites esenciales es que no poseen efectos secundarios negativos.
Comparto contigo mis combinaciones preferidas para el invierno:
Desinfectante Ambiental: Menta, Hisopo, Pino, Tea Tree y Bergamota
Congestión Nasal: Ciprés, Enebro, Ravensara y Abeto
Tos: Tea Tree, Eucalipto y Menta
Alergia: Eucalipto, Laurel y Ravensara
Fiebre: Eucalipto, Lavanda y Menta
Dolor de Garganta: Lavanda y Menta